Se cierra la carta con una fórmula de despedida, que contendrá palabras más o menos afectuosas dependiendo del grado de cercanía o confianza que exista entre el redactor de la carta y el destinatario; se añade después una firma, que puede ser la utilización del propio nombre.
A veces se consideran incorrecciones[¡según quienes?] terminar la carta con frases del tipo «sin otro particular» (no se le cuenta a alguien que no tiene nada más que contarle) y con algún gerundio, pero no son errores gramaticales y de hecho son fórmulas habituales en correspondencia
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